43- Es lo que me queda
Es lo que me queda Me paré frente a la puerta de aquel departamento, con mi trapeador y mi balde repleto de artículos de limpieza en mano. Para asegurarme que era el lugar correcto y evitar vergüenzas, saqué la tarjeta que la señora Irina me había dado de una de las copas de mi sostén, efectivamente era el número. Rogando en mi interior que el dueño de aquel piso no se encuentre, para así tener una excusa de regresar, toqué el timbre con mi delgado índice. Din dong - din dong. Para mi desgracia la puerta se abrió a los segundos de tocar. Era un hombre, aparentaba un par de años más que yo, no era muy alto, me hubiera llegado a los hombros antes, pero ante mis nuevos ojos era un gigante bastante imponente. -Supongo que te manda Irina- dijo sonriendo, escaneándome descaradamente con la mirada de pies a cabeza. Asentí avergonzadamente y el hombre se hizo a un lado para que pudiera pasar, tomé valor y me adentré a la morada, sintiendo la mirada inmediata del hombre sobre mi trasero apen