43- Es lo que me queda

Es lo que me queda 

Me paré frente a la puerta de aquel departamento, con mi trapeador y mi balde repleto de artículos de limpieza en  mano. Para asegurarme que era el lugar correcto y evitar vergüenzas, saqué la tarjeta que la señora Irina me había dado de una de las copas de mi sostén, efectivamente era el número. Rogando en mi interior que el dueño de aquel piso no se encuentre, para así tener una excusa de regresar, toqué el timbre con mi delgado índice. Din dong - din dong. 

Para mi desgracia la puerta se abrió a los segundos de tocar. Era un hombre, aparentaba un par de años más que yo, no era muy alto, me hubiera llegado a los hombros antes, pero ante mis nuevos ojos era un gigante bastante imponente. -Supongo que te manda Irina- dijo sonriendo, escaneándome descaradamente con la mirada de pies a cabeza. Asentí avergonzadamente y el hombre se hizo a un lado para que pudiera pasar, tomé valor y me adentré a la morada, sintiendo la mirada inmediata del hombre sobre mi trasero apenas cubierto por un short negro de tela muy delgada. 

Hice como si no me diese cuenta, algo que en mis cortas dos semanas como mujer se me empezaba a ser costumbre. -Puedes empezar por la cocina, si necesitas algo estoy en mi habitación- dijo al fin desprendiendo sus ojos de mi retaguardia y caminando hacía su dormitorio. Jalé todas mis utensilios a la cocina, no estaba tan sucia como imaginé, de hecho todo el lugar estaba bastante presentable, era exagerado requerir de un servicio de limpieza para eso, pero era mejor para mí, me pagarían por no hacer mucho. Llené el balde de agua, lo combine con un poco de lejía y detergente, e inicié con mi faena. Pasaba el estropajo por el piso, no pudiendo evitar en el proceso rozar mi mirada con mis senos encerrados en aquel sostén rosado seguido por aquella blusa blanca, lo cual no hacía más que recordarme mi humillante posición. 

Mientras mi cuerpo trapea y encera el piso, mi mente piensa en lo injusto que le destino fue conmigo. Antes de terminar limpiando la casa de desconocidos, yo era un hombre con un futuro prometedor, vivía en una lujosa casa con mis padres, nada me faltaba, estaba a pocos ciclos de acabar mi carrera como ingeniero y estaba saliendo con una de las chicas más sexys de la ciudad. Hasta que todo eso fue la mierda cuando un día desperté transformado en la mujer que soy ahora, nunca me consideré un mal sujeto cómo para merecerlo, desconozco si esto fue un castigo divino o parte de una venganza retorcida, no sé cómo pasó y mucho menos tengo idea de cómo revertirlo, lo único certero es que ahora entre mis piernas yace una vagina y no un pene. 

Irónicamente cambiar de sexo de la nada no fue lo peor que me pasó. Cuando la empleada de mi hogar, una mujer que me cuidó desde que era un bebé, descubrió mi nueva forma, desnuda y tocándose anonadada en la cama. no dudo en llamar a mis padres. Estos, quienes me tomaron como una vulgar prostituta a la que yo supuestamente había contratado, llamarón a su vez la seguridad de la casa, quienes no tuvieron mucha dificultad para sacarme a patadas, sin importarles que estaba completamente desnudo en ese momento. Por más que insistí entre gritos y lloros que era yo, el joven heredero Maldini, nadie me creyó. Seguí insistiendo como un maniaco, no tenía más opciones, hasta que una patrulla de policía vino a llevarme debido al escandalo que estaba armando.  

En la comisaria, vestido con algunas prendas que felizmente me dieron, continué con mi versión, la única que había pues era la verdad. Pero si mi familia no me creyó, mucho menos lo hicieron los policías, quienes se rieron en mi cara y me dijeron que dejará de consumir drogas. Me dejaron ir con una advertencia, no podía volver a acercarme a mi casa o esta vez si me meterían a una prisión para mujeres. 

Luego de ello, traté de ir con un médico a que me revisara y pudiese ayudarme a demostrar de que era yo. Aquello fue totalmente inútil, pues ni si quiera pude entrar al consultorio, pedían documentos para poder hacer una cita, y en eso momento ni si quiera tenía ropa interior debajo de la camiseta y pantalón que me habían dado. Luego probé yendo con mis amigos más cercanos, mi suerte seguía siendo la misma, o me tomaban como como loca, y me cerraban la puerta en la cara, o querían aprovechar la oportunidad de llevarme a la cama. Llegó la noche, y estaba en la fría calle como una mujer, sin dinero, sin documentos y sin hogar. 

Caminé sin rumbo por la ciudad, llorando por haber perdido mi vida y no teniendo idea de dónde dormiría esa noche, una situación por la que jamás pensé pasar. Una mujer, que regaba las plantas de su pequeño jardín, se percató de mi triste presencia caminando en acera frente a su casa y, en un acto de pura calidad humana, dejó su manguera a un lado y me preguntó lo que me pasaba. Ya había dicho la verdad muchas veces ese día, y todos me creyeron orate, así que creí que lo mejor ahora era decir una mentira. Me inventé una historia totalmente falsa y conmovedora, basada en una película que vi unos días antes. Dije que era una chica de provincia, a la cual habían engañado proponiéndole un buen trabajo en la capital, una vez aquí, me robaron y casi violaron, pude escapar con algo de suerte, pero ahora estaba sola en una cuidad que no conocía, sin documentos ni dinero. 

La mujer, se tragó por completo mi historia, supongo que mi facha, mi cabello hecho un desastre y mi cara manchada por mis lagrimas ayudaron a dar veracidad a mi mentira. Me invitó a quedarme en su casa por unos días, cosa que acepté agradecidamente, casi besándole los pies. Por si aquel acto de bondad fuera poco, la mujer me ofreció agua caliente para bañarme, ropa limpia y comida, sin duda era de esas personas que tienen destinado el cielo. Dormí en el cuarto de su hija, la cual había fallecido en un trágico accidente, quizá de ahí provenga la amabilidad de la señora conmigo. También tuvo que usar su ropa, incluida la interior, feliz y a la vez desgraciadamente éramos de talla y medidas similares. 

Así pasaron unas dos semanas en la casa de la señora Irina, una mujer bastante amable. Trataba de adecuarme a ser una mujer, aprendiendo a abrochar sostenes, amarrar mi largo cabello y miccionar sentado en la taza, a la par de que trataba de ayudar a la vieja mujer en casa, limpiando y cocinando, pese que nunca en mi vida acomodada he hecho tales cosas. Cierto día, ella regresó del mercado diciendo que me había conseguido un pequeño cachuelito (jerga para describir un trabajo de un solo día), el cual consistía en limpiar un departamento. No puedo negar que me sentí humillado, en mi casa, la limpieza siempre fue tarea de la servidumbre, y ahora yo formaría parte de ella. Tuve que comerme mi orgullo y aceptar con una sonrisa el trabajo, tenía que ganar dinero de algún modo y sin documentos era eso o ser una prostituta, lo cual, obviamente, estaba fuera de mis limites. 

El tipo que pagó por mis servicios me sacó mis pensamientos, parándose en el marco de la puerta de la cocina que ya casi acababa de limpiar. -Vaya, haces un muy buen trabajo, preciosa, creo que te voy a contratar más seguido- dijo con un tono juguetón, esta vez enfocando su mirada en mis piernas desnudas. Me limité a responder con un gracias y una sonrisa forzada, mientras continuaba en lo mío esperando que se fuera nuevamente, sin embargo, para mi mala suerte, él seguía ahí viéndome. Me arrepentía totalmente de haberme puesto aquel short tan apretado, que no hacía más que marcar mi tanga, y aquella blusa blanca, cuyas tiras no era lo suficientemente gruesas como para cubrir tirantes del sostén, pero era un día caluroso y en el armario de aquella chica no había muchas más opciones que me resultarán cómodas para limpiar. 


-¿Te han dicho que eres muy bonita? Deberías estar modelando lencería y no limpiando pisos- pronunció. Yo voltee a verlo bastante incomodo por su comentario, normalmente lo habría golpeado pero ahora solo tenía que acabar con mi trabajo sin iniciar una pelea que no ganaría. Ante mi falta de respuesta él rio y continuó con mismo tono picaresco -No te enojes, preciosa, era una inocente broma, veo que eres algo callada-

-Vine a limpiar, no a conversar, señor- Respondí tratando de ser educado, mientras descargaba toda mi furia exprimiendo el trapo mojado encima del balde. 

-Ya veo... entonces si te doy $50 más conversas conmigo ¿Qué dices?- dijo sacando un billete de $50 de su billetera y ofreciéndomelos. 

Era humillante, nunca me había rebajado a hacer tal cosa, pero en mi situación actual no podía rechazar esa mínima cantidad, menos por algo tan superfluo como hablar, así que accedí. Cogí el billete y lo guardé en el espacio dentro de mi sostén, había aprendido que eran un lugar bastante eficiente para guardar cosas pequeñas.  

-¿Entonces cómo te llamas?- preguntó él. 

-Camila- contesté mientras seguía limpiando, ese era el nombre de mi casi novia, fue lo primero que se me vino a la mente cuando la señora Irina me hizo la misma pregunta,  y al parecer así me llamaría por el resto de mi vida.

El tipo empezó a bombardearme de preguntas, y yo empecé inventarme toda una vida falsa en el proceso, era en parte divertido hacerlo. Él también hablaba de la suya, presumía orgulloso que trabajaba como gerente en la gran empresa de su padre, que tenía él último modelo de celular y un auto lujoso estacionado allí abajo, yo me reía por dentro, preguntándome si alguna vez me vi así de ridículo cuando intentaba coquetear e impresionar a una chica linda. La conversación no resultó tan mala como pensé, el tipo era un idiota sí, que no perdía la oportunidad para mirarme el culo o tirarme dardos para que lo acompañase a su cama, pero mínimo era un idiota gracioso, admito que me reí genuinamente un par de veces de sus estúpidas bromas e insinuaciones. 

Sin embargo, al ver que no lograría nada conmigo con su simple galantería barata, decidió cambiar de estrategia. Nuevamente tomó su billetera del bolsillo posterior de su pantalón y de ella sacó cinco billetes de $50. -Ahora que estamos en confianza, te propongo un nuevo trato, $250 a cambio de que continúes limpiando, pero solo en ropa interior- dijo sonriente. 

Ahora sí, estaba a punto de golpearlo, sin embargo los billetes en su mano me hicieron pensarlo. Si le daba una bofetada, tomaba mis cosas y me iba como una chica indignada, regresaría a casa de la señora Irina con apenas los $50 que tenía escondidos entre mis pechos, pues era evidente que mi paga no se daría. Sin embargo, si aceptaba, no solo tendría mi paga completa, sino que llevaría el doble de lo que originalmente tenía previsto, podría colaborar más con señora y quizá así podría quedarme un poco más de tiempo en su casa, pues seguía sin tener un lugar a dónde ir. Me maldije a mi mismo por si quiera considerarlo, pero luego de unos minutos pensé que no me quedaba de otra. Cerrando los ojos en signo de resignación respondí al tipo -pero nada de tocar-. 

-Yo no haré nada sin tu permiso, preciosa- contestó feliz, como un niño al cual estaban a punto de comprarle su juguete favorito, estirando su mano con los billetes.  


Sintiéndome como una completa golfa, tomé el dinero y nuevamente lo guardé entre mis pechos. El sujeto ni parpadeaba, esperaba ansioso por que me quitase la ropa. Con mi hombría y dignidad por los suelos solté un suspiro y empecé a alzar la blusa de tirantes, mis senos, al menos aún cubiertos por el sostén, salieron disparados de inmediato. No solo me avergonzaba la idea de estar usando un sostén, que para colmo de males era del color femenino por excelencia, sino que también  me había rebajado a ser un mero objeto de placer para otro hombre. -¿Podría ser solo en sostén?- pregunté totalmente arrepentido de aceptar. -No, no, no preciosa, ya tienes el dinero, ahora fuera ese short- contestó él maliciosamente.  

Acorralado, baje mi short por mis gruesas piernas femeninas, sacándolo de entre mis zapatillas blancas y quedándome únicamente cubierto por el conjunto rosa que estúpidamente decidí ponerme esta mañana. Trataba de cubrir mis partes intimas con mi brazos, me sentía desnudo y humillado, sin embargo, el tipo agregó -tienes que seguir limpiando-.  Traté de continuar, imaginando que estaba solo y aún con ropa, hasta que el tiempo se pase volando y pueda volver a cubrirme. Sin embargo las miradas penetrantes y comentarios del tipo, hacían esto imposible, -bonito lunar- dijo refiriéndose al que tenía debajo de una nalga. 

No me quedó más opción que apurarme en mi trabajo, terminé con el piso, lavé todos los trates sucios, y pase trapo en la mesada, acabando con la limpieza solo de la cocina en cuestión de minutos. Luego me dirigí hacía la sala, con el tipo siguiéndome como si fuera mi sombra.  Tenía que empujar los sillones para poder barrer, sin embargo, estos eran demasiados pesados para mi nueva fuerza. Al verme sufrir con un solo sillón, el tipo no perdió la oportunidad, rápidamente se puso atrás mío, haciendo que su entrepierna dura choque con mi trasero casi desnudo, y empujó. 

-¿Qué te pasa, idiota?- dije desprendiéndome de su agarre. 

-Perdón solo quería ayudar- dijo excusándose, obviamente mintiendo, con una risa que me daba más ganas de golpearlo.

Cada vez superaba el limite de mi paciencia. Pero en parte no podía culparlo, una chica accede a estar semidesnuda en su delante, cualquier hombre pensaría que esa chica quiere algo, jamás debí aceptar la primera propuesta. Como sea, era muy tarde para dar marcha atrás, no me faltaba mucho para irme. Él continuó ayudándome a mover las cosas, esta vez conmigo muy lejos de sus pantalones. Aún así, no pude quitarme aquella sensación de sentir su bulto en mi culo. Miré de reojo su entrepierna, aún tenía una gigantesca erección marcada, la cual no se esforzaba mucho en ocultar. Sin duda había un monstruo atrapado en esos bóxers, no recordaba que una erección mía se marque de tal manera. Rápidamente me di cuenta que había enfocado mi atención en el miembro de otro hombre, alarmado sacudí mi cabeza y traté de pensar en otra cosa para no sentirme gay. 

Continuamos por el resto de la casa. Limpié rápido los pasillos, el baño me costó un poco más pero lo hice, solo me quedaba su habitación la cual era el ambiente más desordenado de todo el departamento. Sintiéndome aliviado de al fin poder terminar este trabajo empecé a recoger la ropa tirada y ponerla en el cesto, hasta que él tuvo una nueva propuesta para mí. -¿Qué tal si ahora limpias desnuda?-. 

-Vete a la mierda, no hay forma que.... - Respondí totalmente molesto antes de ser interrumpido por él.

-$1000, termina todo lo que te falta desnuda y te daré $1000 más- dijo con los billetes en mano.

Nuevamente lo considere. $1000 dólares era demasiado dinero en mi situación, podría comprar algo de mercadería con ellos y venderla en la calle, era mejor que trabajar limpiando las casas de pervertidos como este. Solo me faltaba ordenar el cuarto, no podía demorar más de media hora haciéndolo, media hora en la que estaría totalmente desnudo … o mejor dicho desnuda …. frente a ese tipo. Me daba asco la idea pero era una oferta sumamente tentadora. ¿A pesar de todo sigo siendo un hombre no? no hay nada de malo que un varón esté desnudo frente a otro, lo he hecho muchas veces antes en los vestidores de chicos, solo que esta vez me pagarán por ello, me dije a mi mismo para convencerme. 

Tomé su sucio dinero, casi arranchándoselo, y saqué el que ya tenía guardado en mi sostén para poner todo en la cómoda, pues sin ropa no tendría donde guardarlo. Luego, mirándolo con recelo, desabroché el sostén, arte que tenía dominado, y lo separé lentamente de mis pechos. Era la primera vez que alguien que no sea yo vería mis senos desnudos, me sentía demasiado expuesto. A pesar de haber tirado el sostén junto con el dinero, cubrí mis pezones con mis manos. 

-Oye preciosa, no te he dado mil para ver solo tus manos- dijo él riendo. 

"Piensa que tienes tu pecho plano" me dije a mi mismo, liberando mis senos. El hombre los inspeccionó atentamente, para mí no eran la gran cosa, pero supongo que para él tetas son tetas. No quería estar más tiempo con este sujeto, así que procedí a bajarme la tanga mucho más rápido, deslizándola por mis piernas y tarándola junta al sostén. Quedé solo en mis pequeñas zapatillas blancas frente a él. En ese momento me imaginé a mis padres, amigos y a la chica que me gustaba viéndome.  Sería la burla, el gran heredero convertido en mujerzuela y de las baratas. No pude evitar que mis ojos se pusieran brilloso al ver en lo que me había convertido. 

El hombre se dio cuenta de que quería llorar y se acercó a mí con intención de consolarme. No quería su pena, aparte su mano, limpié mis ojos y dije que limpiaría, me pondría mi ropa y nunca más volvería. Él solo me respondió con una risa pícara. Me empecé a mover rápido sintiendo como mis tetas rebotaban al no ya no tener nada que las mantenga fijas. A la par podía sentir el aire que entraba por la ventana abierta, chocar con mi delicada piel y como entrepierna, era una sensación molesta. Pero lo que más podía percibir era la mirada de aquel tipo pegada a mí, obviamente viendo mis partes intimas al desnudo. 


De rato a rato lo miraba de reojo, principalmente a su entrepierna, y, como era de esperarse, un gran bulto luchaba por salir de sus pantalones, ni si quiera se molestaba en disimularlo. Aquello no debía importarme, sacudía mi cabeza y seguía con lo mío. Ya había puesto toda la ropa al cesto, entre ellos boxer que no hacían más que recordarme a los que solía usar, había encerado el piso y ordenado el armario, tan solo me faltaba tender bien la cama y por fin podría irme. Sin embargo, cuando volvía a ver al chico de reojo, vi que estaba sentado encima de la cómoda con el pene afuera de sus pantalones y con un billete de 50 envuelto en él. 

-¿A caso te gusta lo que ves?- dijo que él con esa sonrisa insoportable. 

No era la primera vez que veía un pene. Había visto infinidad de veces el mío y otras varías el de mis compañeros del gym en la duchas. Nunca habían causado un efecto en mí, pues obviamente era hetero sexual. Más ahora, después de un mes atrapado en este cuerpo, volvía a ver uno y la sensación era completamente diferente. No sé si era porque era 10 cm más pequeño que antes o si ese tipo era muy dotado, pero aquel miembro lucía grande e imponente ante mis ojos, me preguntaba cómo tal cosa podría entrar en el cuerpo de una mujer sin lastimarla, sin lastimarme. 

-Parece que te deje sin palabras eso es bueno- río -Creo que sabes lo que quiero, te daré $1 500 más por una mamada-. 

Meterme aquel cosa en la boca era una locura, aparte de que me causaba repulsión la idea no sabía dar mamadas, lo más probable es que terminaría atorándome. 

-Vamos, estás desnuda frente a mí y te he pillado mirándome la entrepierna más de una vez, sé que quieres esto- Dijo sacudiéndolo en frene mío ante mi silencio. 

Baje la mirada y mis pezones erectos por el frío, lo cual demostraba que el tipo había dicho la verdad. Qué clase de mujer se desnudaría frente a un desconocido. Las miradas a su entrepierna, sí lo hice, pero era porque me incomodaba ¿cierto? o simplemente me llamaba la atención ver semejante ... cosa. Nunca me había cuestionado de mi sexualidad desde que me transformé, tenía cosas más importantes en las que preocuparme. Tampoco había tan cerca con un hombre, mi máxima interacción había sido con el viejo panadero amigo de la señora Irina. Ahora estaba al frente de una hombre al que podía considerar objetivamente guapo y me sentía completamente nervioso ante él. 

-¿Entonces?- Dijo él cansado de verme pensar. 

-Acepto...- dije tímidamente, bajándome de la cama y acercándome hacía ese pene. 


Me acerqué y me puse de rodillas teniendo el pene frente a frente, solo unos centímetros nos separaban. Más cerca estaba y más colosal se me hacía, no creía que si quiera llegue a mi garganta. Intente dar un primer acercamiento, pero ni bien mis labios tocaron el glande me aparte de inmediato y me limpié la boca. Volví a intentarlo, esta logré introducir un poco, más me volví a apartar. -¿Qué pasa nena? a caso nunca has probado un pene?- dijo él acariciando mi majilla. 

-La verdad, no- Dije para justificar mi intentos fallidos. 

-Entonces déjame ayudarte- Dijo sujetándome de las mejillas y guiando mi cabeza hacía su erección. Abrí la boca para succionar el pene, él me guio para que entre evitando que me aparte nuevamente. Sentía todo el pedazo caliente y latiente introduciéndose en mí, haciendo que abriera bien la boca y los ojos. Tenía la boca llena, pensé que la mayoría ya estaba dentro, más al bajar los ojos me percaté que ni estaba por la mitad. Pensé que al ser primerizo al hombre no le importaría, más el quería que llegue más profundo y con más fuerza siguió guiando mi cabeza hasta que el miembro llegó a lo profundo de mi garganta. Aparté sus manos y me quité el pene de la boca tosiendo. 

-Nada mal, tienes potencial- se burló él, mientras me veía recuperar el aliento. -Pero eso no te bastará para ganarte los 1500-. Sin más opción volví a acercarme y él nuevamente me guío. Repetimos el proceso varias veces, al inicio continuaba atorándome, sintiendo que me iba ahogar, pero supongo que es como aprender a andar en bicicleta, mientras más veces aquella verga se deslizaba por mi boca más fácil se hacía. Él terminó aumentando la velocidad y yo solo lo seguía moviendo el cuello y teniendo los ojos cerrados. Sin embargo, llegó un momento en el que me soltó, después de aproximadamente 10 minutos podía zafarme de su pene. Sin embargo, no se por qué, tomé sus testículos con una mano, mientras con la otra sostenía el dinero y seguía chupando por mi cuenta. 


-Quiero cogerte, hermosa, desde que viniste con esos pequeños shorts que quiero hacerlo- dijo entre jadeos. 

Eso no era sorpresa para mí, había sido evidente con sus intenciones desde el comienzo. Lo que sí me sorprendía era que estaba dispuesto a seguirle el juego. Mi yo de hace 2 horas me hubiera matado por esto, pero vamos, estaba chupando un polla mientras pensaba, si iba a experimentar lo que es ser una mujer lo iba a hacer por completo. Más tampoco se lo iba dejar fácil. Saqué su pene de la boca y con una sonrisa maliciosa respondí -serían 1 000 más-. 

El hombre sonrió, se puso de pie y me tomó entre sus brazos. La última vez que me cargaron de este modo fue cuando era niño, que lo hiciera ahora me hacía sentir frágil, delicado, femenino... Mis pensamientos se interrumpieron cuando me tiró abruptamente a su cama. Caminó rápido hacía su mesa noche de donde sacó un paquete de condones, al menos era un idiota responsable. Veía como se colocaba el condón por su gigantesca polla mojada por mi saliva, entonces sentí una sensación nueva en mi vagina, pase mis dedos por mis labios, yo ... estaba mojada.

No tuve tiempo de reflexionarlo pues el chico incorporó a la cama conmigo y se lanzó a besarme. Estaba besando a un hombre y no sentía repulsión ni asco, era un beso excitante, quizá después de todo siga siendo heterosexual, heterosexual como una mujer. Sentí sus grandes manos apretar mis senos, yo ya lo había hecho en la ducha, pero su toque se sentía se sentía muy diferente, mucho más fuerte, así que no pude evitar un muy femenino gemido. Supongo que aquello le fue señal suficiente para dirigir su boca hacía mis pezones y empezar a chuparlos cual recién nacido. Aquello me llevó a otro mundo, recién estaba descubriendo la sensibilidad de los pezones de una mujer, fue todo tan placentero que, a través de un gemido más fuerte que los anteriores, llegué a mi primer orgasmo. 

Me quedé en blanco por unos segundos, como hombre, estaba acostumbrado a descansar luego de venirme, más este cuerpo seguía enseñándome cosas y los besos del hombre en mi cuello me dieron la necesidad de otro round más. Continuamos besándonos, hasta que mi peso lo hizo caer echado en la cama. Él sonrió y con su mano señaló a su mástil, había llegado a la hora, el momento que me despojaría totalmente de mi hombría y yo realmente estaba dispuesto a hacerlo. Me paré en la cama, aún con las piernas temblorosas tras mi primer orgasmo y caminé hasta estar justo en la misma dirección de su miembro erecto. Empecé a encoger las piernas, sintiendo todo el peso de mi culo ser jalado por la gravedad, cerré los ojos esperando el momento de tener contacto. Hasta que nuevamente los abrí de golpe, cuando sentí un grueso pedazo de carne caliente rozar con mis labios humados, había llegado. Por un momento, pensé en zafarme, vestirme y lamentarme por haber dejado que esto pasara, pero mis hormonas conducían mi cuerpo en ese momento, así que solo deje que aquel pene se introdujera hasta el fondo de mí.  


Perdí la noción del tiempo desde ese momento, el placer me cegó. Me desconozco, saltaba sobre esa polla con emoción, gimiendo a viva voz y presionando mis tetas. Era el mejor sexo que había tenido en toda mi vida. Mi amante quizá ayudó a coronar ello, como dije, estaba bien dotado y poseía una gran resistencia, hacía el trabajo de varón mucho mejor de lo que yo alguna vez hice. El sexo acabó cuando cambiamos de postura, me dijo que me pusiera en cuatro y roció todo mi culo y parte de mi espalda con su abundante esperma. 

Ambos acabamos con sudando, sucios y dejando la cama echa un desastres. Él me dijo que había estado increíble, eso en parte me hizo sentir bien, supongo que un ego femenino empezaba a nacer en mí. Luego de unos minutos de estar echados recuperándonos de todo lo que hicimos, él se puso de pie, se colocó el pantalón y de su billetera sacó mi paga más los 1000 que le cobré por tener sexo. -Soy hombre de palabra, ahora limpia la cama, luego puedes darte un baño si deseas-. dijo para salir del cuarto dejándome solo. 

El semen se empezaba a pegar en mis nalgas, recién solo pude reflexionar en todo lo que había hecho. Las hormonas perdieron el control y la razón volvió, me sentí completamente arrepentido. Tenía que irme rápido, quité las sabanas y las puse en la ropa sucia, puse nueva y terminé de arreglar la cama en cinco minutos. Luego corrí al baño para encender la ducha y quitarme todas las sensaciones pegajosas de mi cuerpo. ¿Realmente había tenido sexo con un hombre? Apenas había pasado un mes desde que soy mujer y ya ando de puta acostándome con alguien que ni siquiera conozco su nombre. Era culpa de esta maldición o lo que sea me dio tetas, eso era lo que quería pensar, me rehusaba a creer que por mi propia voluntad había cedido ante él. 

Terminando de bañarme me puse mi conjunto interior rosa y mi ropa nuevamente, conté todo el dinero viendo que era mucho más de lo que esperaba, al menos en ese sentido había valido la pena dejarme follar. Como siempre lo guardé entre mis tetas,  el lugar más seguro que tenía de momento, y tomé mis cosas para salir. El tipo estaba sentado con su celular en la sala, ya ni si quiera me miraba, supongo que una vez saciadas sus ganas ya no tenía interés en mí. No teniendo nada más que hacer, abrí la puerta y salí sin ni siquiera despedirme, él tampoco lo hizo. Llegué a casa de la señora Irina a las ocho de la noche, con una orden de comida china que había comprando en el camino. Comimos juntos en su pequeña sala, mientras ella me preguntaba cómo me había ido y yo respondí que bien, obviamente omitiendo ciertas cosas evidentes. 

Al día siguiente estaba haciendo el almuerzo cuando la señora Irina nuevamente vino alegre del mercado y dijo -Al parecer hiciste un muy buen trabajo ayer, pues el chico te recomendó y ahora me han pedido que vayas a limpiar a otra casa- dándome una nueva dirección. Sonrojado vi la tarjeta, no sabía si aceptar, todo el dinero que gané se me fue en ayudar con los gatos y en comprarme ropa interior propia, supongo que teniendo este cuerpo... es lo que me queda. 

FIN 

Eo eo mis pervertidos, aquí Valro, su eliminadora de entradas por accidente favorita en otra historia que espero les guste, tanto como a mí me gustó escribirla. 

Estoy en semanas de finales en la universidad, por lo que mi tiempo de escribir es escaso. Había una historia muy buena preparada para esta semana, pero otra vez la terminé borrando por error, es la tercera vez que pasa. Más no quería dejarlos sin historia por mucho tiempo así que cogí esta, que era una entrada que había escrito hace mucho tiempo atrás y que deje inconclusa (así como muchos borradores que tengo. Así que lo mejoré y lo terminé. No pensé que quedaría tan largo, pero me gusta el resultado final. 

¿Ustedes que harían sin un día de la nada despiertan como mujeres y son desconocidos por sus familiares, amigos o parejas? Sería una duda interesante de responder en los comentarios. 

Sin más que decir, Sin nada más que decir se despide Valro, peruana (por favor saquenme de Perú) favorita, hasta una próxima historia.  



Valro 

Comentarios

  1. Oh , gracias por otra magnífica historia ValRo , siempre estoy a la espera de tus nuevas publicaciones, y respecto a la pregunta ... creo que estas jodido en un cambio y que nadie te reconozca xd

    ResponderEliminar
  2. 9.5,muy buena historia pero creo que hubiera sido bueno saber el porqué se transformo

    ResponderEliminar
  3. Creo que en esa situación, para evitar caer en trata de blancas, feminicidios o ser desamparada, iría a pedir ayuda a un centro de protección de violencia contra la mujer, me inventaría un cuento de que escapé de un círculo de prostitución y qué alguien me dijo que fuera a ese lugar, tal vez tenga que "arreglar" mi cuerpo dejándome cojer y maltratar por dinero una semana, pero sin papeles mejor intentar eso y ya después con mis conocimientos y apoyos sociales, consigo de nuevo algún grado academico y empiezo a rehacer mi vida

    ResponderEliminar
  4. Q gran historia ❤❤ fue cediendo poco a poco :3
    Con respecto a la pregunta, trataría de convencerlos de q en serio soy yo y ya si no hay forma iria con amigos a ver si ellos si me creen..

    ResponderEliminar
  5. No sabes cuanto espero cada una de tus publicaciones señorita ValRO , don de lo mejor que hay. Espero estés muy bien y puedas seguir trayéndonos tus historias

    ResponderEliminar
  6. Para cuando la otra historia?

    ResponderEliminar
  7. En donde andas ValRo 😥😥

    ResponderEliminar
  8. Extrañamos mucho esas historias... Esperemos que pronto regreses con más proyectos para el año 2023 🤫🤩🤫

    ResponderEliminar
  9. Semanas finales? Ya pasaron meses

    ResponderEliminar
  10. Valro es la escritora tg más pecho frío de la historia, ¿bancan chat?

    ResponderEliminar
  11. no planeas regresar?

    ResponderEliminar
  12. no sabía que la semana podía durar medio año

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es ella una pinche puta de mierda, también tiene facebook y ya dejó de subir historias la puta ni ahí sirve

      Eliminar
  13. Xmarilix

    Yo creo que la señora Irina desde un principio pensó es prostituirla y la manera de hacerlo sin que la ingenua chica se diera cuenta es hacerle creer que solo trabajaría como mucama

    Me fascinó la historia y la manera como su vida cambio y pasar de un chico adinerado a una mujer pobre e indocumentada que a hora limpia hogares y presta otros servicios por dinero

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Comunidad Body Swap

Entradas populares de este blog

45- El concierto

44- Buen vecino