TGOCTOBER DÍA 4: DESEO
Erase una vez, un pobre anciano el cual mendigaba algo de alimento en la calles de la antigua China. No tenía hijos que lo cuidaran pues estos habían fallecido en la guerra. No tenía un hogar donde vivir, pues expulsado de su propia casa por los invasores. No tenía más opción que sobrevivir de la caridad y de la pena de la gente, alimentándose de las sobras de los negocios y durmiendo en los callejones junto a las ratas.
Pero dormir en la calle tiene una ventaja, pues puedes ver directamente el hermoso cielo nocturno, ver la luna llena y contar las estrellas. Esto era lo que el viejo Sozin hacía cada noche, se había vuelto su pasatiempo y una forma de olvidarse de sus penas temporalmente. Sin embargo, un día viendo las estrellas, notó una bastante particular, una que sobresalía del resto por su único color rojo. Sozin pensó que se trataba de algo especial, jamás en su vida había visto algo similar.
Creyendo que se trataba de la representación de algún dios, el viejo se puso de rodillas al piso y empezó a suplicar ver a sus hijos nuevamente, aunque sea poder despedirse de ellos como se debe, pues nunca lo pudo hacer. Y cuando alzó la mirada nuevamente, la estrella ya no estaba. Desilusionado y creyendo que era una ilusión por su hambre, volvió a dormir entre la basura, creyéndose un tonto por pedir tal cosa. Sin embargo, al despertar lo primero que vio fue a sus hijos durmiendo a su lado. Emocionado los abrazó y lloró como nunca, aquella estrella había cumplido su deseo. Los hijos igual abrazaron a su padre llenos de felicidad, eran consientes que habían muerto y no entendían como habían vuelto a la vida, lo último que recordaban eran ser atravesados por espadas y flechas. Sozin y sus hijos estuvieron ebrios de alegría, caminaron por el pueblo planeando que hacer con esta nueva oportunidad, quizá construir una pequeña casa a las fueras de la ciudad y vivir de la pesca y la agricultura, una vida tranquila con la que Sozin siempre soñó.
Sin embargo con la llegada de la noche, ambos hijos traídos de la muerte empezaron a debilitarse, al punto que a las 11 de la noche apenas si podían moverse. Entonces Sosin recordó lo que pidió "aunque sea solo para poder despedirse de ellos", consiente de que ya no había nada que pudiese hacer para salvarlos, entre lagrimas abrazó a cada uno de ellos y les dijo que eran su orgullo, que eran lo mejores hijos y que los amaba con todo el corazón. Prometió con su vida pedir otro deseo y esta vez resucitarlos para siempre y llegada las doce de la noche sus hijos se desvanecieron como si fuesen tinta en el agua, dejando al viejo nuevamente solo llorando desoladamente.
Se dice que Sosin pasó el resto de su vida buscando aquella estrella, sin mucho éxito. Los que lo veían afirmaban que el viejo no cerraba los ojos para nada en las noches, pues se pasaba viendo al cielo esperando ver a esa estrella por segunda vez. Los años pasaron, Sosin ya era muy viejo, apenas tenía fuerzas para moverse pero aún así seguía admirando cada noche el cielo. Hasta que un día el astro rojo volvió a aparecer ante él y de inmediato deseo reencontrarse con sus hijos y esta vez estar juntos para siempre. Y a la mañana siguiente, aquel anciano apareció muerto en el callejón, pues había ido a reencontrarse con sus hijos en el más allá.
Ese es el cuento de la estrella el Sozin, un relato muy antiguo que pasó de generaciones en generaciones y que se fue perdiendo con el tiempo. Muchos creen que Sozin solo era un viejo loco el cual hablaba con las ratas con las que vivía. Otros toman la historia como verdadera y pasan su vida entera buscando aquel astro rojo. Y otros supuestos afortunados dicen haberla visto y haber pedido de su deseo, claro que, estos testimonios no eran del todo fiables.
El señor Federico Alania pertenecía al grupo de los tomaban esta historia como mera ficción, era un cuento con el cual había crecido desde niño y que, muchos años después, contó a su único hijo, Ricardo Alania. Ambos vivían juntos en una pequeña pero acogedora casa, casa donde el pequeño Ricardo creció hasta convertirse en hombre de ya 27 años y donde el señor Federico envejeció hasta tener 65.
Cierto día el señor Alania empezó a sentirse mal, eran tantas dolencias que disidió acudir al hospital. Lastimosamente para él, ir con médico no trajo más que solo terribles noticias, pues, según los exámenes el señor Alania tenía un cáncer que dentro de no mucho acabaría con su vida. No quiso contarle nada a su hijo, lo veía tan preocupado por sus problemas personales y laborales que no quiso atormentarlo con otra carga más. Él sentía que había vivido lo suficiente y que había tenido una buena vida, por lo que no temía a la muerte. Sin embargo, tenía un ultimo deseo, quería ver a su hijo formando una familia al lado de una mujer que lo amase, al igual que su esposa ya fallecida lo hizo con él. Pues así partiría en paz, sabiendo que su hijo ya se había convertido en hombre totalmente realizado.
Pero para desdicha del señor Federico, su hijo tenía una muy mala suerte en el amor. Hace algunos años, descubrió que la que era su novia, y creía el amor de su vida, lo estaba engañando con el que era su mejor su amigo. Esto lo llenó de inseguridad y lo dotó de una muy baja autoestima, lo que en el futuro le impidió poder acercarse y conocer a otras mujeres. Veía al resto de sus amigos felices en compañía sus parejas, y se lamentaba por no tener a alguien con quien compartir esas cosas, sufriendo de una horrible sensación de soledad.
Un día, a altas horas de la noche, ambos se encontraban bajo las estrellas. El señor Federico las veía desde el balcón de su habitación mientras fumaba su ya clásica pipa. Mientras que Ricardo tomaba junto con sus amigos en el patio de uno de ellos. De repente, al igual que sucedía en el cuento, una luz rojo empezó a proyectarse en el cielo, opacando al resto de estrellas. El señor Alania, desde su balcón, la veía boquiabierto y de inmediato se le vino a la cabeza aquel viejo cuento que no paraba de escuchar de niño. No era nada certero, pero no perdía nada con intentar pedir un deseo. Pudo pedir librarse del cáncer o quizá mucho dinero para llevar el tratamiento, pero en ese momento dejo de pensar en él, y dijo cerrando los ojos -deseo que mi hijo pueda encontrar una buena mujer, con la que pueda formar una familia y así yo poder llegar a conocer a mis nietos antes de irme-.
Paralelamente, tanto como su grupo de amigos veían maravillados al astro escarlata. -¿Cómo puede ser eso posible?- decía uno. -No te hagas preguntas y solo gózalo- decía otro. Ricardo recordó inmediatamente su infancia, aquellas noches donde su padre le contaba el cuento de aquel astro rojo que cumplía deseos. -Mi padre decía que esa estrella puede cumplir deseos- comentó Ricardo a su grupo.
Todos rieron y uno de ellos se alzó a gritar -Pues deseo que mi amigo Ricardo por fin pueda encontrar una novia-.
-Una que sea muy hermosa- agregó otro.
-Y que tenga un culo espectacular y sea muy caliente- dijo el más ebrio del grupo.
-Sí sí todo eso, pero sobre todo que le sea fiel- añadió el que había iniciado con el deseo.
-Son unos idiotas, se morirán de envidia cuando el deseo se cumpla- decía Ricardo uniéndose a la broma, mientras volvía a tomar otra lata de cerveza.
La estrella duró apenas unos minutos en el cielo y, tal como apareció de la nada, desapareció. El señor Alania quién seguía en su balcón, se reía de si mismo por creer en cuentos para niños y ya con algo de sueño se dirigió a su cama. Mientras que Ricardo y sus amigos seguían con la borrachera, tomando hasta quedarse completamente inconscientes. Al día siguiente Ricardo se despertó tirado el jardín de su amigo, la cabeza le daba mil vueltas, estaba sufriendo una de las peores resacas de su vida. Se disculpó con la mujer de su amigo, quien se mostraba furiosa por el desastre que habían hecho y tomó un taxi a su casa.
Una vez en su hogar, vio el reloj, eran las 10 a.m., y le sorprendió no ver a su padre en el sofá, pues a esa hora él siempre acostumbraba a estar sentado ahí leyendo el periódico. Algo preocupado por ello, decidió ir a la habitación de su padre para asegurarse de que estuviera bien. Sin embargo al abrir la puerta del dormitorio, se dio con la sorpresa de que en la cama de su padre yacía una hermosa mujer echada de lado, vistiendo únicamente una pequeña tanga blanca la cual abrazaba su espectacular trasero.
Ricardo confundido se sobo los ojos, para asegurarse de que lo que veía no era producto del alcohol. "¿Cómo esta mujer llegó a la habitación de mi padre?, ¿Habrá contratado una prostituta? Nahh mi viejo sería incapaz" pensaba el hombre. Se acercó lentamente a la fémina para verla mejor, teniendo cuidado de no despertarla. Era muy hermosa, tenía un rostro muy angelical, llevaba el pecho totalmente desnudo mostrando unos senos no enormes pero sí agradables a la vista, tenía una figura muy delgada y estilizada parecía una muñeca. Ricardo quedó completamente sonrojado al admirar su belleza.
Pero la duda seguía ¿Cómo llegó aquella supermodelo a la cama de su padre?. Buscó a su padre por el resto de la casa para pedir explicaciones, sin embargo, no lo encontró, ni si quiera había una nota como las que él solía dejar cada vez que salía. Tampoco había como llamarlo pues el señor Federico no tenía celular. Ricardo volvió al cuarto donde la chica dormía profundamente y sin más opción la despertó tocándole en el hombro -Hey hey despierta-. La chica se rehusaba -no seas pesado Ricardo, déjame dormir un rato más- decía aún dormida. "¿Cómo es que sabe mi nombre?" Pensaba el hombre, quién nunca en su vida había visto a tal mujer.
Ya con más dudas que antes, Ricardo empezó a sarandear el cuerpo de la mujer para despertarla, cosa que hizo que ella reaccionara gritando -YA CARAJO!-. De inmediato aquella misteriosa fémina abrió los ojos cual platos y llevó sus pequeñas manos a su garganta. Luego bajó su mirada hacía sus pies y soltó un fuerte grito al ver sus senos, todo esto ante un muy confundido Ricardo.
-Tengo tetas, ¿Por qué carajos tengo tetas?- dijo la chica muy eufórica saltando de la cama. Poserior a eso jaló la parte delantera de su tanga, observando con terror su entrepierna- ¿Mi pene dónde putas está mi pene?- volvió a gritar.
-¿Está todo bien?- preguntó un angustiado Ricardo sin saber cómo actuar frente a esa situación.
-¿Qué si estoy bien? ¿A caso no notas que soy una mujer, bodoque?- le gritó la mujer aún muy desesperada.
Ricardo se detuvo a pensar tras escuchar eso último, bodoque era como lo llamaba su padre cuando estaba molesto. Eso sumado a que él estaba desaparecido, a que aquella mujer se encontrara en su cama y al extraño comportamiento de la misma, solo podía significar una cosa. -¿Papá?- dijo el hombre con miedo.
-¿Quién más voy a ser?- respondió la mujer.
Ricardo trató de calmar a su padre, quién no dejaba de tocarse, gritar y maldecir. Una vez lo logró le presto la chaqueta que tenía encima para que este pueda tapar su desnudes y ambos se sentaron en la cama a pensar en por qué aquel hombre de tercera edad había despertado siendo una mujer 40 años más joven.
-Debes recordar, debiste comer algo o tomar alguna pastilla- decía el hijo.
-Ya te dije que no, cuando saliste me puse a escuchar el partido, luego salí a fumar al balcón, vi aquella estrella roja y me fui a dormir- respondió el padre con su nueva voz femenina
Entonces, al escuchar esto Ricardo recordó la noche previa, siendo más precisos aquel momento en el que vio a aquel astro. Las palabras de sus amigos venían a su mente, "deseo que mi amigo Ricardo pueda encontrar una novia" "que sea muy hermosa" "que tenga un culo espectacular". Era una conclusión un poco absurda pero la única explicación que encontraba en ese momento, la estrella había transformado a su padre en la mujer que pidieron sus amigos.
El hijo le contó la teoría a su padre, quién, al igual que él, no podía encontrar otra explicación. ¿Pero por qué transformar a su padre? ¿Qué tenía que ver él con el deseo? Se preguntaba Ricardo, así que le dijo a su padre si es que había pedido un deseo a la estrella cuando la vio. El señor Alania recordó exactamente sus palabras, "deseo que mi hijo pueda encontrar una buena mujer, con la que pueda formar una familia". Si se había transformado en la "novia" que pidieron sus amigos, eso significada que también sería aquella mujer con que formaría una familia, idea que solo pensarla llenaba de terror al señor. Con la intención de evitar que dicho deseo se termine por cumplir, don Federico mintió, respondiéndole a su hijo -soy muy viejo como para andar pidiendo deseos-.
Dejando aquella duda de lado Ricardo sacó su celular del bolsillo y buscó más información de aquella estrella, esperanzado en encontrar alguna forma de anular de los deseos o revertirlos. Sin embargo, lo único que encontró eran las distintas versiones del cuento, lo cual llenaba de aún más incertidumbre su situación.
-¿Y si vamos a un doctor?- sugirió el hijo
-Doctor, me transformé en una mujer por culpa de una estrella deme una pastilla para volver a la normalidad, por favor- respondió sarcásticamente el padre.
-No estás ayudando- dijo Ricardo seriamente.
Hubo minutos de silencio, en los que ambos trataban de pensar en alguna solución, hasta que a Ricardo se le prendió el foco. -Todo está pasando de acuerdo al cuento, la estrella sale unos minutos, Sozin pide el deseo y este se cumple al despertar. ¿Cierto?- explicó el hijo.
-Cierto- respondió el padre intrigado.
-Una vez sus hijos desaparecieron él esperó otra a que otra vez apareció y al final del cuento esta lo hizo.
-¿A dónde quieres llegar?
-Qué si la estrella apareció dos veces en el cuento, y ayer apareció ante nosotros, significa que saldrá otra vez. Solo tenemos que hacer como en el cuento y ver el cielo hasta que aparezca.
-Sabes que en el cuento, pasan años hasta que la vuelve a ver ¿Verdad? no voy a ser una mujer por tanto tiempo- dijo el don bastante molesto.
-¿Tienes una mejor idea?
-Más le vale a esa maldita estrella aparecer hoy día.
Acabada la conversación Ricardo partió a su habitación a tratar de seguir investigando, mientras que el señor Alania aprovechó en dirigirse a su armario para cambiarse aquella humillante tanga que llevaba. Sin embargo, para su sorpresa y disgusto, su cuerpo no fue lo único en cambiar, pues ni bien abrió su ropero vio como toda su ropa había sido reemplazada por prendas femeninas. Desesperado, empezó a quitar todos aquellos trapos, becando aquellas camisas que le encantaban, sus corbatas de colección o el terno que siempre utilizaba para situaciones especiales. Pero nada de eso estaba, en su lugar abundabaan las blusas, faldas, jeans, vestidos y más prendas que él jamás en su vida se pondría. Incluso el calzado había cambiado, habiendo ahora varios pares de tacones, botas y sandalias.
Molestó siguió buscando entre los cajones del mueble, rezaba por encontrar algunos de sus bóxers, pero, al igual que el resto, la ropa interior se había feminizado, encontrando sostenes, cacheteros y más tangas como la que tenía puesta. Entonces su hijo entró a la habitación y se sorprendió al ver las prendas que yacían tiradas en el piso. -También transformó mi ropa- dijo don Federico muy molesto cruzado de brazos. A lo que su hijo respondió -créeme que no fue lo único, papá-.
Ricardo condujo a la chica, que en el fondo era su padre, hacía su habitación, solo para mostrarle que esta ya no existía, mágicamente se había convertido en lo que parecía ser una oficina. -¿Y por qué cambió tu cuarto?- dijo el padre sorprendido. -Supongo que ahora dormimos juntos- respondió el hijo. Tras decir esto guío a su progenitor a la pasillo que conectaba las habitaciones, el cual estaba decorado por cuadros con fotos familiares. Sin embargo esas fotos, al igual que la prendas del anciano, habían sido remplazadas por imágenes de Ricardo y de la mujer que ahora es don Alania, tomados de la mano, abrazándose y besándose, tal y como lo haría una feliz pareja.
Tras ese perturbador descubrimiento, siguieron explorando la casa, descubriendo todos los cambios tras el deseo. El viejo sillón dónde el don solía leer el periódico ahora era uno más moderno. Su vieja radio donde escuchaba los partidos de futbol había corrido la misma suerte, transformándose en un actual celular, uno que no el pobre señor no tenía ni idea de como usar. Incluso Ricardo había llegado a encontrar unos documentos, en donde se identificaba al nuevo cuerpo de su padre como Micaela Piñero, una mujer de 25 años. El señor Alania no sabía como reaccionar ante todo esto, pero entonces se acordó de algo y sin decir ninguna palabra corrió hacía su habitación desesperado, abrió de la mesa de noche que felizmente seguía al lado de su cama, y su corazón se partió en dos cuando en lugar de ver aquella pipa alemana, la cual lo había acompañado por toda su adultez, encontró solo un vibrador.
Con su hogar transformado en lugar completamente nuevo y con sus vidas drásticamente cambiadas, padre e hijo no tuvieron más opción que adaptarse a ello y esperar a volver a ver aquella estrella, teniendo fe de que aparecía algún día. Lo primero a lo que tuvieron que acostumbrarse fue a la ropa, era evidente que el señor Alania se rehusaría a usar cualquier prenda del armario que ahora tenía. Por lo que Ricardo se ofreció a prestarle alguna de sus camisetas y sudaderas para que pueda cubrir su nueva figura. Lo ideal era que el don usara ropa interior debajo, pero tal era su orgullo masculino que únicamente vestía con las prendas de su hijo. Esto, producía ciertos momentos incomodos para Ricardo, pues su padre no tenía el menor cuidado al momento de moverse, mostrado de más ante su hijo. Por ejemplo cuando este se agachaba a recoger algo exponía por completo su vagina desnuda a Ricardo, el cual no hacía más que mirar a otro lado bastante sonrojado.
Lo segundo fue crear nuevos horarios de sueño. La primera noche ambos colocaron dos sillas en el balcón, pusieron algo de música y no durmieron esperando a que la estrella aparezca nuevamente, sin embargo no tuvieron mucho éxito. La misma suerte corrieron la noche siguiente y la posterior a esa, dejando completamente agotados por no dormir. Para no matarse tanto cada noche y para evitar compartir la misma cama, puesto que ahora solo había una, decidieron tomar turnos para dormir y vigilar. De tal hora a tal hora vigilaría Ricardo y su padre dormiría, para que después pudieran cambiar de posición.
Ricardo tuvo que cambiar por completo su rutina, aún conservaba su trabajo habitual, pero a eso se le sumaron otras actividades como hacer las compras de los alimentos y las nuevas cosas que el cuerpo femenino de su padre necesitaría, pues este negaba a salir a la calle con su actual forma femenina. Además de, ni bien salir de su trabajo, buscar por toda la ciudad a alguien que pudiese ayudarlo con el caso de su papá, pues sentía que era su culpa que haya acabado en esa situación. Por su parte, el señor Federico pasaba todo el día en casa, era tal su vergüenza y su miedo a que otras personas lo vean y lo traten como a una señorita, que no salía ni al jardín. Se limitaba a ayudar en casa limpiando, lavando la ropa de ambos y cocinando, actividades que no era mucho de su agrado puesto que, a su percepción, lo hacían aún menos hombre.
Pero no todo fue negativo para nuestro par de protagonistas, ya que gracias al deseo se podría decir que se volvieron más unidos y cercanos. Ricardo, a quién le entristecía ver a su padre encerrado todo el día en casa, decidió pasar más tiempo con él. Todas las tardes ni bien venía de su trabajo, ambos se sentaban a ver una película o una serie de televisión, Ricardo aprovechaba para enseñarle a su padre todas las nuevas producciones que habían salido, mientras que su padre, perteneciente a la vieja escuela, instruía a su hijo en los clásicos de antaño. Lo mismo ocurría con la música, el hijo ponía las canciones más actuales y fiesteras, mientras que el padre las criticaba y ponía las de su época diciendo que eran mejores. Así mismo el joven Alania intentaba a su padre enseñarle a usar el celular que ahora tenía, pues este podría serle útil y entretenerlo cuando él no esté en casa. Era gracioso ver como un señorita presionaba la pantalla con miedo a malograr algo o empleaba mal neologismos como googlear, influencer, etc. Pero sin duda lo que más disfrutaban ambos eran de ver los partidos de futbol juntos, algo que hacían cuando Ricardo era un niño y fueron dejándolo a medida que este crecía. Ricardo traía las cervezas y señor Alania arreglaba toda la sala para el evento y preparaba algunos piqueos, para luego sentarse en juntos y vivir el partido eufóricamente.
Ya pasado un mes desde que apreció la estrella, y el señor Alania renegaba aún más con su cuerpo femenino. Estaba harto de tener que orinar sentado, de sentir su cabello largo y el peso de senos en el pecho. Pero su mal humor se vio aún más incrementando cuando sufrió de su primer periodo, cosa que tomo por sorpresa a ambos. Fueron días horribles tanto para padre como para hijo, el primero tuvo que aguantar los constantes dolores en su vientre y el ver sangre salir de su cavidad, mientras que el segundo tenía la difícil misión de soportar a un hombre cascarrabias menstruando, teniendo lidiar con sus constantes gritos, cambios de humor y teniendo que ir a comprar las toallas que necesita. Para el señor esto era algo muy malo, pues no solo tendría que soportar este dolo cada vez y verse humillado en usar y tampones, sino que el hecho pueda menstruar significa que también podría embarazarse.
Ya habían pasado dos meses y no habían tenido ningún progreso encontrando a aquella estrella. Cierto día se encontraban ambos en la casa como siempre y veían la televisión como siempre. El señor Alania, aún sin usar ropa interior, se acercó al mueble donde el aparato estaba y se inclinó para un nuevo disco en el DVD que tenían, mostrando sus partes intimas a su hijo sin quererlo. Ricardo como siempre intentó voltear a otro lado muy avergonzado, tratando de cubrir la erección que esto le causaba con sus manos. Sin embargo, el señor Don vio esto gracias a que la pantalla del televisor reflejaba esta acción, levantándose de inmediato y pidiendo disculpas. Entonces, para evitar vivir otra situación igual de incomoda con su hijo y, al señor Federico no le quedó más opción usar la ropa interior que hasta ahora se había rehusado a ponerse.
Aunque seguía resultando humillante para el don, descubrió que la vida era más fácil con aquella ropa interior. Podía caminar libremente por toda la casa sin que sus senos como gelatina, podía agacharse todo lo que quisiera sin mostrar nada y, por más que no lo quería admitir, le gustaba la sensación de como estás se acoplaban a la perfección a su figura. Sin embargo, lo que ni el señor ni el el joven Alania sabían era que está decisión comenzaría el proceso de feminización de la mente del señor Alania. Y es que tal como sus amigos y el propio Federico desearon, el cometa le otorgaría a Ricardo a la mujer de su vida, y para ello tenía que convertir a su propio padre en una mujer tanto física como mentalmente.
Ya con más de tres meses de practica y ensayo y error, el señor Alania empezó a dominar por completo el celular que ahora era suyo. Había quedado completamente enamorado de la tecnología, pasando la mayor parte de su tiempo a solas en el celular viendo repeticiones de partidos en Youtube y siguiendo alguna modelos en Instragram, para reafirmar su hombría. Sin embargo esto fue contraproducente para él, pues, en lugar se sentirse más mecho viendo aquellos culos y tetas, su atención empezó a enfocarse en la manera que estas vestían, o en el maquillaje y peinados que llevaban. Así poco a poco fue introduciéndose al mundo de la moda femenina, empezando a seguir a chicas que hablaban de la moda y el maquillaje, pues una pequeña parte de él quería imitarlas y verse tan bonita como ellas. Esto conllevo a que sea un poco más abierto con la ropa que yacía en su armario. Ya tras seis meses haberse transformado, empezó los pequeños shorts y blusas que desde el inicio se había negado usar, todo eso bajo la escusa de que hacía calor.
Otra cosa por la que empezó a interesarse fue por la cocina, actividad que como hombre veía como tediosa y aburrida. Sin embargo, tras dedicarse a eso todos los días empezó a cogerle el gusto. Quería agradecer de alguna forma a su hijo por todo el apoyo que le estaba brindando desde que se había transformado en una chica. Por lo que, gracias a ya saber manejar sitios como YouTube, empezó a buscar nuevas y deliciosas recetas con las que sorprenderlo. Así cuando Ricardo venía agotado del trabajo su padre siempre lo esperaba con un delicioso platillo y listo estaba listo para atenderlo como el se merecía. Ninguno se percataba, con el pasar de los días, don Alania se parecía cada vez más a una ama de casa
Y solo era cuestión de tiempo para que el señor Alania experimentara las nuevas sanciones que ofrecía su cuerpo. Un día se encontraba dándose un baño y, mientras se jabonaba, su pequeña mano apretó por accidente una teta, haciendo sentir al don un enorme placer recorrer por su cuerpo. Todo ese tiempo se había rehusado a tocar su cuerpo femenino, pero ese día dejó ese temor de lado y simplemente se dejo llevar. Llevó ambas manos a cada uno de sus senos y empezó a masajearlos suavemente, haciendo que sus pezones empiecen a poner duros y su vagina comience a humedecerse. Era la primera que se excitaba en ese cuerpo, era tanto el placer que simplemente quería más. Entonces mientras una mano seguía jugando con sus pezones, bajó una de sus manos hacía su entrepierna, donde su vagina lo esperaba. Ahí, pasó sus dedos por el contorno de esta, sintiendo un delicioso cosquilleo que hacía temblar sus piernas. Entonces, con algo de miedo, empezó a introducir dos de sus dedos adentro de la vulva, provocando que se le escape un muy femenino gemido del placer. De inmediato sacó sus dedos y se dio cuenta de lo que hacía, "no no no no soy una marica" pensaba para sí mismo, "pero nadie se enterará" y nuevamente volvió a introducir sus dedos, esta vez más rápido y repitiendo el proceso por varios minutos. El Don había descubierto el placer de la masturbación femenina.
Y es que había algo que ni Ricardo ni su padre eran consientes y no se había preocupado por prever, pues, al pedir el deseo, los amigos de Ricardo fueron muy claros con las especificaciones. "Una mujer hermosa", proviniendo de ahí la belleza con la que ahora contaba, "con un culo espectacular" desarrollando así un trasero que cualquier mujer solo soñaría con tener, y lo que ahora movía las acciones del señor Alania "que sea muy caliente". Por lo que, luego de probar la masturbación por primera vez, el don no quiso detenerse, masturbándose cada vez que estaba solo, no limitándose únicamente a llenar a su vagina.
Es así como el señor Federico, no pudiendo controlar sus nuevos impulsos, aprovechaba que su hijo no estaba en casa para masturbarse, pues como el deseo indicaba se había convertido en una chica muy caliente, la cual tenía una necesitada contaste de ser llenada. Empezó utilizando solo sus dedos, al principio con uno, luego dos y después tres. Al estar solo, le daba igual gemir como una loca mientras metía y sacaba estos de su vagina rápidamente. Luego empezó a introducir objetos más fríos y grandes, como un peine, un frasco de desodorante y hasta un pepina que tenían guardado en el refrigerador. Hasta que un día recordó que había algo que podía ayudarlo a complacer su nuevos impulsos carnales, y era aquel vibrador que aún seguía en el cajón de su mesa de noche. Y postrado en la cama, encendió el aparato y lo introdujo en su vagina, haciendo que su cuerpo se sacuda por completo. Desde ese día aquel vibrador se volvería su mejor amigo.
Pero masturbarse como una mujer también empezó a afectar su sexualidad, el estar todos los días metiendo todo tipo de objetos en su vagina le hicieron anhelar tener algo que solo un hombre le podía brindar, un pene. Empezaba a notar a atractivos a los chicos que veía en la tv, comenzó a seguir a chicos guapos en sus redes y no podía evitar mojarse cuando veía a uno quitándose la camiseta o veía una enorme polla en los videos porno. Pero ningún otro hombre hacía que don Federico se moje tanto como su hijo. Cada vez que este andaba sin camisa en la casa o andaba solo con una toalla luego de bañarse, el don no podía evitar verlo embobado teniendo unas ganas incontrolables de saltar hacía él y besarlo. Incluso todas su masturbaciones eran pensando en como su hijo lo tocaba y tenía sexo con él, tomándolo como su mujer, simplemente era algo que ya no podía evitar.
Ya con casi un año de haber pedido el deseo la mente del señor Alania estaba casi por completo feminizada. Amaba masturbarse y ya no tenía reparo en usar las pequeñas prendas que el armario guardaba. Cualquiera que lo viera y no conociera su historia creería que es una mujer como el resto, una joven y hermosa. Pasó de odiar y renegar de su nuevo cuerpo a amarlo y estar completamente orgulloso de él, en especial de glorioso trasero que se cargaba. Y como toda una chica atrevida se tomaba fotos luciéndolo con pequeñas tangas, fotos que la poca masculinidad y conciencia de padre que le quedaban evitaban que envié a su hijo.
Inconscientemente provocaba a su Ricardo usando ropa sensual en casa, e incluso llegaba a andar solo en tanga, mostrándole la belleza su trasero, bajo la excusa de que hacía calor. Cada vez mostraba más cariñoso con él, abrazándolo cada que podía, apoyándose en su hombro cuando veía televisión o haciendo poses bastante sugerentes ante a él. Todo esto pues cada vez se sentía menos su padre y quería ser más su mujer.
Por su parte el joven Ricardo reconocía menos a su padre, aquel que se negaba a poner sostenes y tangas ahora las usaba a diario, e incluso se notó como se empezaba a maquillar. Era sumamente incomodo y raro para él ver al hombre que lo crio y le enseñó cosas como afeitarse y ponerse una corbata actuar de esa manera. Quiso hacerlo reaccionar, diciéndole como se comportaba pero a este parecía no importarle. Ricardo perdía a su padre con cada día que pasaba, y sabía que ello era culpa del deseo.
Pero Ricardo era hombre, un hombre al que le gustaban las mujeres, y su padre ahora era una. Desde los primeros días no pudo no excitarse con la tremenda figura que se cargaba su progenitor, mucho más difícil era contenerse cuando este mostraba su vagina desnuda sin ningún pudor. Llegó a masturbarse muchas veces pensando en ella o él, imaginando que cargaba su delgado cuerpo y lo tiraba a la ama para abrirle de piernas, cosa que lo hacía sentir como un completo enfermo. Y ahora la situación empeoraba pues su padre prácticamente se estaba poniendo en bandeja para él, por lo que, lo único que impedía que algo más pase entre eso dos era el mismo y su autocontrol, "Vamos Ricardo tienes que contenerte antes de que cometas un terrible error" pensaba Ricardo antes que su padre lo interrumpiese diciendo -Oye Ricardo, la cena está servida- y utilizando meramente una tanga blanca y una blusa rosada. "Santo dios" volvió a decir el joven para si mismo.
Era evidente que aquella tensión sexual que el uno sentía por el otro explotaría tarde o temprano. Y explotó aquel día del partido entre sus equipos favoritos. A pesar de sus cambios el señor Alania seguía siendo un gran aficionado del futbol y estaba dispuesto a defender a su equipo a muerte. Ricardo por su parte haría lo mismo por el equipo contario. Ambos miraban el partido tomándose varias latas de cerveza, como ya era tradición para ellos.
-No tienes nada que hacer, papá, las ballenitas aplastarán a los tejones.
-¿Estás tan seguro? Entonces apostemos- respondió el padre con mordiéndose lo labios.
-¿Qué quieres perder?- dijo el hijo confiado
-Por cada gol una prenda fuera- respondió el padre totalmente dominado por al alcohol y las hormonas.
Ricardo sabía que debía negarse, su padre no estaba consiente y el no podía aprovecharse de eso. Pero él también influenciado por al alcohol y por las ganas que me traía a esa hermosa mujer, así que solo dijo - acepto-.
El partido continuo y el equipo de don Federico metió un gol, por lo que Ricardo se quitó lentamente la camisa y la tiró a un lado. El don dejo de prestarle atención al partido pues su vista se enfocaba en los duros pectorales de su hijo, haciendo que su vagina se empiece a humedecer. Luego el equipo de Ricardo metió otro gol, por lo tanto el señor Federico se paró y bajó la pantaloneta que llevaba, despertando nuevamente otra erección en su hijo.
El partido siguió y lastimosamente el quipo del señor Federico no iba en su mejor racha y se dejo meter otro gol, quitándose el señor el top que llevaba. Y fue los 50 minutos de partido, que tras un penal el equipo de Ricardo anotó su tercer gol, por lo que al señor Alania no le quedó más que ponerse de pie frente a su hijo y quitarse lentamente el sostén delante de él, para luego quitarse tirárselo en la cara y mostrarle sus pechos totalmente desnudos.
Ricardo ya no pudo contenerse y ya olvidando que aquella mujer era su padre se levantó del sillón bruscamente, se acercó a ella tomándola por la cintura con fuerza y la beso sin previo aviso. La mujer no hizo nada por detenerlo, por el contrario correspondía el beso del hombre y pasaba sus delicadas manos por torso desnudo de este. Ricardo no se quedaba atrás y bajo sus grandes manos al carnoso trasero de la chica y lo apretó con todas fuerzas. La mujer saltó hacía él, mientras que este la tomaba aún del trasero y lo envolvió en con sus torneadas piernas. Continuaron besándose ya dándoles igual el partido y se dirigieron al cuarto donde continuaron con la acción. Una vez ahí todo se puso borroso y confuso para ambos.
Horas después el don despertaba con un fuerte dolor de cabeza, y rápidamente se dio cuenta que estaba durmiendo sobre los grandes brazos de su hijo en la misma cama que prometieron jamás compartir. Se levantó de inmediato y como cualquier mujer trató de cubrir sus partes desnudas con una sabana, tratando de imaginar que solo habían dormido juntos y nada más. Pero el condón usado que yacía en el piso lo hacía más evidente, había tenido sexo con su propio hijo.
Ricardo se levantó minutos después, y mostró la misma expresión de terror al ser consciente de lo que habían hecho. Ricardo intento disculparse, pero antes de que pudiera hacerlo su padre envolvió su cuerpo desnudo con las sabanas y salió corriendo de la habitación. Se dirigió al baño y ahí soltó las sabanas viendo su desnudo cuerpo frente al espejo. Tras saciar las ganas que tenía pudo ser consiente de nuevo, dándose cuenta de todas las cosas que había hecho hasta llegar a esto, usar tangas ,masturbarse con un vibrador, pintarse las uñas, tomarse fotos en tangas y tener sexo no cualquier hombre, sin con su hijo. "Soy una vergüenza de hombre" gritaba en su interior el señor mientras tiraba un puñete al lavabo sintiendo mucho dolor como reacción. Mientras tanto, Ricardo igual se lamentaba en la habitación, se sentía un monstro y un enfermo, pues no pudo cumplir con la promesa contenerse.
Era evidente que nada sería igual para ambos luego de ese día, ninguno tenia el valor para ver al otro a la cara. El señor Alania, decidió nuevamente aprisionar toda su feminidad, vistiendo nuevamente con ropa holgada y que cubría todo su cuerpo. Quiso volver a su vida de antes, dejando el celular, el maquillaje y las masturbación pues sabía que todo eso lo llevó a cometer el peor error de su vida. Además de que se alejó de su hijo, pues creía que si seguí tan pegado a él sus deseos femeninos lo volverían a dominar. Por su parte Ricardo pensaba que su padre lo odiaba, tampoco podía verlo a la cara o dirigirle la palabra, pues de tan solo acercarse su mente era invadida por el recuerdo de ambos fornicando.
Así se distanciaron, a pesar de vivir juntos apenas si se saludaban. El señor Alania continuaba dedicándose a los labores del hogar pero ya no atendía a su hijo con el cariño de antes, se limitaba a dejar la comida lista y encerrarse en el cuarto mientras el estaba ahí. En la noche, ambos ya sabían su turno para ver las estrellas y solo cambiaban de lugar sin decir una palabra. Ricardo pidió más horas en su trabajo y se inscribió en un gimnasio todo con el propósito se pasar menos tiempo casa pues era incomodo estar a solas con su padre. Por su parte el padre empezó a sentirse solo y aburrido con la única compañía del televisor o del periódico.
Ya con un año y tres meses, mientras le tocaba vigilar las estrellas, don Alania escucho como su hijo hablaba con teléfono con alguien. Era horas muy altas de la noche, por lo que le dio cierta curiosidad y cuidadosamente se acercó a escuchar la conversación detrás de la puerta. -Sí hermosa, mañana nos vemos y repetiremos lo del otro día- decía Ricardo por teléfono -Yo también te quiero adiós-. El don experimentó una mezcla de emociones bastante extraña, una mezcla de tristeza, enojo y rabia lo inundaban por dentro, eran celos.
Y es que Ricardo, con la intención de olvidarse de la figura femenina de su padre, decidió perder su miedo y empezó a salir con otras mujeres. Cuando don Alania se enteró de esto no pudo evitar sentirse mal, sentía como si estuviese perdiendo a su Ricardo. Como cualquier mujer despechada se la pasaba completamente desarreglada en casa, con el cabello desordenado, sin bañarse, ni arreglarse, matando su belleza, deprimido comía helado mientras veía películas románticas. Hasta que en una vio como la protagonista sacaba celos a su hombre saliendo con otros. Entonces, cansado de permanecer en ese estado, de pasar todo el día en casa e invadido nuevamente por su espíritu femenino pensó "bueno si el sale con otras chicas, yo saldré con otros chicos".
Entonces al día siguiente ni bien Ricardo se fue y terminó de hacer la comida, se metió a la ducha, se depilo todo el cuerpo, se dirigió a su armario, se puso la lencería más bonita que tenía, pasó horas pensando en que ponerse, quería algo que sea especial ,algo que la haga ver radiante y en eso encontró un vestido perfecto para la ocasión. Era la primera vez que se ponía una prenda así y al colocársela y ver como este contorneaba su figura no pudo evitar sentirse hermosa y sensual.
Ya maquillada y con unos tacones altos estaba lista para salir a la calle por primera vez como una mujer. Al principio tuvo algo de miedo, ni bien llegó a la esquina sintió ganas de regresar corriendo a la comodidad de su casa. Sin embargo sabia que tenía que tomar el valor no podía seguir siendo un ermitaño. Al inicio las miradas y piropos de los hombres lo intimidaban haciéndolo caminar encogido y con la cabeza baja. Pero mientras seguía avanzando aquellas miradas y halados alimentaban su ego femenino, disfrutando de ser deseada por los demás. Entonces ahí estaba, aquel viejo hombre de 64 años de edad vistiendo un pequeño vestido blanco, caminando moviendo sus caderas y meando el trasero, haciendo sonar la punta de sus tacones como toda una diosa empoderada.
Llegó a un bar donde se detuvo a tomar algo. Ahí se sentó en la barra cruzando sus sensuales piernas y pidió una bebida. No pasó casi nada para que un hombre se le acercará y le invitara un trago con intenciones de llevarse a aquella dama a la cama. Empezaron a hablar muy coquetamente, al don se excitaba al ver los esfuerzos del hombre por conquistarla y estaba más que dispuesto a ir a la cama con él, después de todo hacía meses tras los que no se había ni tocado. Sin embargo cuando el hombre le pidió ir a un lugar más privado, la mujer sintió un sensación de culpa en todo su cuerpo y se negó, yéndose del bar y dejando decepcionado al hombre. Don Alania no entendía porque rechazó la propuesta, si de verdad tenía intensiones de acostarse con alguien. Sin embargo él ignoraba la clausula más importante del deseo "sobre todo que sea fiel". Por lo que rechazaría a cualquier hombre que no fuese Ricardo.
Ricardo por su parte regresó a casa y se sorprendió al no ver a su padre dentro como siempre. Se preocupó por esto, pero antes de que pudiera salir a buscarlo este regresó de su primer día en la calle. El hijo quedó boquiabierto al ver a su padre con ese pequeño vestido, aquellos tacones altos y bien maquillado . -¿papá? ¿por qué estas usando eso? ¿A dónde fuiste?- no pudo evitar preguntar el joven Alania. Y a pesar de que no haya podido hacer nada realmente, la mujer aprovechó el momento para sacarle celos a su hijo -Me aburrí de estar en la casa, así que salí a conocer nuevas personas- y sin más se dirigió al cuarto para cambiarse dejando aún atónito a su hijo.
Las semanas pasaron y el don, ya completamente una mujer, siguió saliendo a las calles usando hermosos outfits. No pudo llegar a nada con ningún hombre pues gracias al deseo ella solo deseaba a uno. Sin embargo sí pudo hacer otras cosas como ir al centro comercial y pasarse horas viendo ropa, pisar por primera vez un salón de belleza y hacer amigas dentro, e incluso un promotor quedó maravillado con su belleza y la invitó a ser modelo, cosa que dijo que pensaría.
Su vida iba a la perfección ya no era aquel viejo ermitaño con constantes dolores de cadera que estaba a punto de morir, ahora, aunque no era de la forma que esperaba, era una mujer joven llena de belleza y vida. Sin embargo aún le fallaba algo para sentirse complemente bien y ese algo era Ricardo. Sus intentos por sacarle celos no hicieron más que alejarlo más y que siguiera saliendo con otras chicas. Por lo que sabía que, si quería tenerlo, tenía que tomar la iniciativa.
Entonces un día, luego un año y nueve meses de pedido el deseo, mientras Ricardo aún trabajaba, decidió arreglar toda la casa y preparar una cena romántica para ambos. Con todo listo y el poco tiempo que le quedaba se arregló lo más rápido que pudo, aplicando todo lo que había aprendido de maquillaje, ondulando un poco su pelo y poniéndose el mejor vestido que tenia, un muy sensual y escotado vestido rojo.
Ricardo venía del trabajo, tenía una cita con una chica que conoció en el gimnasio, así que pesaba arreglarse rápido e irse. Sin embargo cuando entró, se quedó boquiabierto al ver todo lo que su padre había preparado.
-¿Papá? ¿Invitaste a alguien a la casa?- decía confundido.
-No tontito, esto es para nosotros dos, y ya no me digas papá, por favor, dime Micaela ese es mi nombré a partir de ahora- respondió la mujer quien lo esperaba sentada con los piernas cruzadas y una copa de vino en su mano.
Ricardo sonrojado seguía sin entender lo que pasaba -Pa... Camila ¿Todo está bien?
Es entonces cuando Micaela decidió sincerarse -No, nada está bien. Desde que dejamos de hablar yo... me he sentido fatal, no sabes lo mucho que me dolía el no poder ver la televisión contigo, abrazarte o estar cerca de ti y lo rabiosa que me puse cuando supe que salías con otras chicas- dijo empezando a llorar corriendo su maquillaje.
Ricardo se acercó a ella y la abrazó diciéndole -Pensé que no querías hablarme luego de lo que pasó y yo no tenía el valor de hablarte luego de eso, lo siento todo lo de ese día fue mi culpa-.
-No fue tu culpa, yo quería que pasara, ambos lo queríamos y ambos cedimos. Y al principio creí que era el peor error de mi vida, pero, he descubierto que jamás me había sentido así de bien, fue una noche hermosa para mí
-Pero, no podemos hacer esto, eres mi padre.
-Recuerdas que te dije que no desee nada cuando vi la estrella?
-Sí...
-Pues mentí, desee que encontraras una buena mujer, una que te amara y con la que pudieras formar una familia. Y ahora me doy cuenta de que yo soy esa mujer y quiero, deseo que tu seas mi hombre.
Ricardo se sorprendió ante la revelación y dejándose llevar besó a Micaela sin dudarlo, manchando sus labios de su labial rojo. Ambos disfrutaron de la cena romántica que ella había preparado mientras se actualizaban de todo lo que me había pasado.
-¿Entonces si te acostaste con más hombres?- preguntó Ricardo algo celoso
-No, simplemente no podía, a diferencia de ti que te ibas con tus amiguitas- respondió la mujer en el mismo tono.
-La verdad lo hice para sacarte de mi mente, pero ninguna de ella pudo dejar la huella que tú dejaste mí- dijo Ricardo haciendo sonrojar y sonreír a la mujer.
Continuaron comiendo, hablando, bebiendo y tiendo por un buen rato. Y ni bien terminaron ambos sabían lo que venia y lo deseaban. Micaela condujo a su hombre a la habitación y ambos empezaron a besarse tiernamente. Como si fueran adolescentes ambos se desnudaron delicadamente, Ricardo alzando el vestido de su mujer y Emily desabrochando la camisa de su hombre. Ya con ambos en ropa interior Camila se abalanzó sobre Ricardo, cayendo los dos encima de la cama sin parar de besarse. Micaela sentía las fuertes manos de su hombre recorrer su figura y detenerse a apretar su trasero, a la vez que podía sentir al miembro de su amado complemente duro debajo de ella, cosa que la hizo mojarse más. Empezando a perder el control nuevamente, Micaela bajo con la boca el boxer de Ricardo, haciendo que su pene salga cual bandera y como si fuera instintivo lo llevo a su boca, dando así su primera mamada.
Emily disfrutaba del sabor de la verga, la lamia cual helado y la llevaba hasta lo mas profundo de su garganta mientras veía la cara de satisfacción de Ricardo. Minutos después Ricardo la apartó para devolverle el favor. Y con ella echada le abrió las piernas y bajo su bragas dejando su vagina completamente húmeda expuesta. Llevo su cabeza a la entrepierna de la mujer y empezó a usar su lengua, haciendo que Emily empiece a gemir como una loca.
Y luego tanto previo ambos estaban listo para el acto central Micaela había esperado meses por tener el pene de Ricardo dentro de ella nuevamente y abrió lo más que pudo sus hermosas piernas para ser penetrada. Ricardo decidió jugar un poco con ella, cogiendo su pene y pasándolo por alrededor de la vulva por jun buen rato, hasta que la chica dijo con su dulce voz -¿quieres metérmela ya, carajo,? - cosa que era lo que Ricardo quería, que pidiera su verga. Y entonces la metió lentamente convirtiendo a Micaela en su mujer para siempre.
Luego de aquella velada romántica ambos acordaron ser oficialmente novios, olvidando que Emily fue hombre alguna vez. Ricardo presentaba orgulloso ante sus amigos a su nueva novia y estos la miraban boquiabiertos. Envidiaban a Ricardo, tenia una mujer hermosa, que sabía tomar y era amante del futbol. Uno de sus amigos dijo en broma -¿entonces el deseo funcionó?- a lo que ambos solo rieron nerviosos. A su vez Micaela empezó a desarrollar su nueva vida como mujer empezando por aceptar el trabajo como modelo que le ofrecieron.
Se convirtieron en la pareja perfecta, sin discusiones serias y con teniendo sexo más de una vez al día, pues Ricardo tenía a una de las mujeres más golosas y calientes que podían existir. Continuaron viendo películas juntos, contagiándose de los gustos del otro, seguían viendo los partidos de futbol tomando cerveza y de vez en cuando salían a ver las estrellas, ya no esperando que aquel rojo haga presencia ante ellos nuevamente, sino que para basarse y acostarse bajo la luz de estás. Y así ya con tres años de haber pedido el deseo, y tras múltiples sesiones de sexo sin protección, llegó el día en Micaela quedó embarazada.
Han pasado siete años exactos desde que Ricardo y su padre vieron a la estrella. Esa noche Micaela arropaba a su hijo, mientras, al igual que hacía con Ricardo cuando era niño, le contaba el cuento de la estrella de Sozin. -Mamá, ¿entonces podré pedirle lo que quiera a la estrella- le decía muy emocionado su hijo. A lo que su madre con una sonrisa, sabiendo de lo que esta era capaz, respondió -lo que sea cariño- dandole un beso en la frente.
Con su hijo dormido la hermosa Micaela salió al balcón a ver el cielo estrellado, como ya tenía por costumbre. Y después de tanto aquel astro rojo apareció ante ella. Pensó en pedir algo, pero se dió cuenta de que lo tenía todo, era jovén, hermosa, tenía un buen trabajo como modelo, era madre de un hijo marivolloso y esposa del mejor hombre. Quizá podía pedirle tener otra hijo, pues era algo que anhelaba, pero en el fondo sabía que no era necesario un deseo para lograr ello. Así que sin nada que pedir, se despidió de la estrella la cual volvió a desaparecer, y fue ponerse un lindo conjunto de lenceria. Para posteriormente sacarse una foto y enviarsela a su hombre junto con un mensaje que decía.
-El niño ya duerme, apurate que te tengo una sorpresa cuando llegues-.
Fin.
Aaaa q lindo .
ResponderEliminarOoo entiendo perfectamente que siempre nos impresionas
ResponderEliminarNo tengo palabras para describir el increíble trabajo que has hecho, deleitándome con cada palabra en incluso haciéndome sacar una que otra lagrima, sigue así Val, me encanta mucho tu trabajo n.n
ResponderEliminarwooo me alegra haber conmovido tus sentimientos a tal punto, no sabes la ilusión que me hace leer ello. Y muchas gracias yo también admiro mucho tu trabajo y tu constancia.
EliminarQ increíble trabajo Val!! 😍❤️❤️ Sin duda eres increíble!! .. me encantó :3
ResponderEliminarMuchas gracias, Jacg <3.
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