29- El amante.

EL AMANTE 


¿Ven a aquella mujer la cual se baña en el mar? Como no verla, si es el centro atención de todos los hombres. Como no verla, si viste un diminuto bikini que apenas si cubre sus partes intimas. Como no verla si tiene un cuerpo escultural, con unos senos perfectos, una cintura de avispa y unos glúteos enormes. Aquella belleza de mujer se baña tranquilamente en calmadas olas del mar, mientras yo la observo a la distancia como una acosadora. 


Mi nombre es Mandeline Alzamora, y aquella despampanante mujer a la acabo de describir es o, siendo más realistas, era mi esposo, Gonzalo Padilla. Gonza, como le decía de cariño, era un hombre maravilloso, cuyo aspecto robusto y rudo aspecto era contrarrestado por su personalidad dulce y amable. Eso me enamoró de él, no importaba quién, él siempre le mostraba una sonrisa a cualquiera y lo trataba con la calidez a la que se trata a un amigo. Era un hombre detallista, atento y sincero, el partido perfecto para cualquier mujer. Sin embargo, cómo siempre se suele decir, una no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. 

No puedo recordar alguna pelea o discusión grave que hayamos tenido, me llevaba de maravilla con suegros y mis padres a él lo adoraban, aparte que dinero no nos faltaba, en síntesis éramos un matrimonio perfecto. Sin embargo, las cosas empezaron a complicarse cuando en su trabajo lo ascendieron a supervisor de mina. Aquello significó una buena noticia en un inicio, su nuevo sueldo prácticamente cuadriplicaba al anterior, así que gracias a ello logramos  por fin comprar la casa de nuestros sueños para empezar a formar una familia. Además que lo veía muy feliz por su cargo, me llenaba de ternura cuando me contaba cual niño emocionado lo que hacía. Sin embargo, aquel ascenso también obligaba a Gonza a irse por meses enteros a los profundo de la sierra central, volviendo únicamente por unas semanas, para luego volver irse. No era una situación que me agradece, como toda mujer necesitaba a mi pareja más que dos mese al año, sin embargo, no quería ser egoísta y entendía que era algo que no dependía de él, así que traté de acostumbrarme. Pensaba que aquello sería algo momentáneo, algo que tras un año acabaría y tendría a mi esposo en casa como siempre. Pero ya habían pasado cuatro años así y, siendo honesta, empecé a aburrirme.

Mis amigas, solteras aún o sin estar en un compromiso serio, me invitaban a salir para distraerme. Sin embargo, ellas siempre terminaban yéndose con los tipos que les cortejaban, mientras que yo tenía que rechazar aquellas insinuaciones pues estaba casada. Mi vida sexual se limitaba a los consoladores y vibradores que no lograban suplantar la sensación de un miembro real. Además que apenas si podía comunicarme con Gonza por video llamada debido a la mala señal de allá. Sentía que ya no tenía un esposo.  Traté de explicarle a Gonza que lo necesitaba, pero, como era lógico, él me dijo que debido a su trabajo no podía y que haría todo lo que este a su alcance para compensarme cuando regrese. Pero, para ese momento, ya me había cansado de esperar y ahí fue cuando este infierno inició.

Cierto día, motivada por la curiosidad, descargué una app de citas en donde fingí ser una mujer soltera. Luego de conocer y rechazar a varios hombre, me crucé con él, el hombre que cambiaría tanto mi vida como la de Gonza por completo, Jacomo. Era un hombre bastante guapo, con una mirada imponente, cejas gruesas y barba ligera. Ni que decir del resto de su cuerpo, tenía un pectoral de acero, unos brazos enormes, un abdomen muy bien marcado y, bueno, un muy tamaño ahí abajo. 


Empezamos con pequeñas conversaciones casuales por la aplicación, agarramos confianza rápidamente y aquellas conversaciones casuales se convirtieron en diarias. Él tenía esa típica actitud de chico rudo y una seguridad total que despertaba mi atención, pues era algo completamente diferente a lo que estaba acostumbrada. Así, las conversaciones poco a poco iban subiendo de tono, pasamos de solo platicar a mandarnos fotos en poca ropa, luego completamente desnudos, hasta terminar en video llamadas en donde ambos nos masturbábamos frente al otro. Era incorrecto lo sé, pero en aquel momento, aquella sensación de que hacía indebido y que me podían descubrir no hacía otra cosa que calentarme aún más. 

Al paso que íbamos, no tardamos mucho en concretar una cita para vernos en persona. Aquel día estaba muy nerviosa, arreglándome como una adolescente emocionada por su primera cita. Realmente Jacomo me hacía sentir cosas que pensé que ya no podría volver a experimentar. Cuando nos encontramos, en lugar muy lejos de mi casa, claro está, Jacomo fue un caballero total, haciéndome reír y sonrojar durante toda la cena. Parte de mí, quería irse, pues sabía que estaba infiel a mi esposo, pero otra parte mí moría por quedarse y aceptar la invitación de Jacomo de ir a un hotel. Esa noche ganó la segunda parte y tuve con aquel tipo toda la noche, noche que lamentablemente repetí más de una vez.  


Estuve así un par de meses, sin decirle la verdad a ninguno de los dos. Conversaba a veces con Gonza por las tardes, mientras por las noches tenía sexo con Jacomo.  Sin embargo, llegó el momento en el que la culpa me mataba. Llevaba dos años de casada con Gonza, 5 más como novios y en total 10 años de conocernos, no podía seguir haciéndole eso. Pero fui muy cobarde como para confesarle que le había sido infiel, sabía que lo perdería si se lo dijera, y eso no es lo que quería. Así que cite a Jacomo por ultima vez a una cafetería, diciéndole que teníamos algo importante que hablar. Para mi sorpresa, cuando él llegó, lo hizo con un ramo de flores en mano diciendo que también tenia algo importante que decirme. Habló antes que yo, y me pidió formalmente ser su novia, mudarme con él iniciar una vida juntos. Pero yo lo rechacé secamente diciéndole que ya no nos podíamos volver a ver, recuerdo perfectamente la mirada de decepción en su rostro. Me preguntó por qué, qué es lo que había hecho mal, y yo para acabar esto tajantemente le dije que era casada, y que mi marido era el único hombre que quería a mi lado. Luego de eso me paré y me fui rápido del lugar por la vergüenza, sin tener idea del peso que esas palabras iban a tener. 

Jacomo no me volvió a escribir ni llamar después de ello y, felizmente, jamás le di ninguna noción de donde vivía realmente. Decidí ocultar toda aquella aventura tanto de Gonza como de mi memoria y seguir siendo la esposa perfecta que siempre debí ser. Pasaron varios meses en los que pude mantener esa fachada estable, meses en los que pensé que mi infidelidad no tendría ninguna repercusión. Sin embargo, dicha ilusión se quebró el día que, al regresar a casa, lista para pasar tiempo con mi esposo pues estaba de vacaciones, me llevé con la sorpresa de que Jacomo y Gonza conversaban juntos en mi sala. -Amor, tu amigo de la escuela vino a visitarte ¿Por qué nunca me hablaste de un sujeto tan agradable? - dijo Gonza muy inocentemente mientras que Jacomo sonreía.

Yo estaba helada, mi corazón latía más rápido que nunca y mis piernas no paraban de temblar. No tenía idea de cómo Jacomo dio con mi paradero ni cuales eran sus intenciones. Era como tener una bomba a punto de explotar en mi casa y no poder hacer nada para detenerla. Los tres pasamos un rato conversando, tanto Gonza como Jacomo hablaban y reían amenamente mientras yo intentaba seguir la cuartada que mi amante inventaba para no levantar sospechas. La situación era tensa para mí, hasta que Gonza se dirigió a la cocina para ir por una bebidas. Entonces aproveché para levantarme y acercarme a él. 

-Te dije que ya no te quería ver, lárgate de mi casa o llamaré a la policía- dije furiosa, tratando de ocultar mi temor. 

-Hey hey tranquila, preciosa, ¿Qué pasó con aquella mujer que me besaba apasionadamente mientras montaba mi pene? -dijo en tono de burla.

-Eso fue un error, por favor, vete, no quiero problemas-. Respondí yo.

-Entonces, fui error....-agregó él 

Gonza apareció nuevamente en escena, con una bandeja en cual llevaba una copas con vino -traje algo para calmar la sed- dijo muy sonriente. 

Jacomo volteó a verlo y la sonrisa que había estado fingiendo todo este rato desapareció, mostrándose muy serio. Gonza se veía confundido por su cambio de actitud y yo temía por lo que podría llegar hacer, así que disimuladamente trataba de prender mi celular y marcar a la policía. Pero antes de que pudiese si quiera prender el móvil, Jacomo hizo un gesto con sus manos e inmediatamente me quedé sin estática. Era como sentir miles de cadenas apresando mi cuerpo, por más que quisiera no podía hacer ningún movimiento más que hablar. -¿Qué carajos pasa? Dijo Gonza, tratando de acercarse a ayudarme, pero, con otro simple movimiento de sus manos, Jacomo lo paralizó al igual que a mí, provocando que las copas de vino caigan al suelo. 


Las luces de mi casa empezaron a prenderse y apagarse, una fuerte briza inundó la sala donde estábamos, las cosas empezaron a caerse de los estantes, todo cual película de terror. Jacomo caminaba al rededor de un asustado e inmóvil Gonza, quién sin saber lo que ocurría le suplicaba que detuviera todo esto. Entonces Jacomo, con otro movimiento de manos, desgarró la ropa de mi marido como si fuese papel, dejándolo completamente desnudo. Luego volteó a verme -¿Con que este es el hombre de tu vida? El hombre al que preferiste en mi lugar. Pero que va, él no es hombre en lo absoluto- dijo sonriendo. 

Empezó a mover sus manos rápidamente provocando que mi desnudo esposo flote levemente en el aire. -¿ACASO UN HOMBRE TIENE ESTAS PIERNAS, MADELINE?- exclamó macabramente.  Entonces Gonza empezó a gritar del dolor. Sus pies se hicieron más pequeños y las uñas de estos más delicadas y largas. Todo el bello de sus piernas se metió en su piel hasta desaparecer. Podía escuchar el ruido de sus músculos moverse y redistribuirse, y ver como sus piernas se alargaban y sus muslos se tonificaban. 


Aterrada y desesperada por lo que veía, empecé a suplicarle que se detenga, que me hiciera daño a mí, pero que no lo meta a él en esto. Sin embargo esto pareció enfurecerlo más. -Sigues prefiriéndolo a él...¿POR QUÉ? ¿MIRA ESTE CULO?¿ A CASO ESTE CULO TE PARECE EL DE UN HOMBRE?-volvió a gritar. De inmediato el trasero de mi esposo empezó a inflarse como un globo.


-¿Y CUANDO HAS VISTOS A UN HOMBRE CON TETAS?- volvió a gritar. Para ese punto ya sabía lo que pasaría, pero fue igual de sorprendente y aterrador ver como el pectoral duro de mi esposo se transformaba en grasa, grasa que empezó acumularse formando pequeños pechos, similares a las de una adolescente. Pero tras un chasquido de dedos de Jacomo estos senos crecieron y crecieron, hasta que tuvo busto mucho más pronunciado que el mío. 


Continuo con el resto de su cuerpo, modificándolo a su antojo cual arcilla. Con cada cambió Gonza sufría, sus gritos denotaban ello, gritos que poco a poco se volvían gemidos cada vez más femeninos. Hizo más pequeña su cintura pero más ancha sus caderas, adelgazó sus brazos, hizo caer su cabello y alteró por completo su rostro. Así vi con mis propios ojos, como Jacomo transformaba a mi esposo en una mujer, ignorando por completo mis lagrimas, suplicas y gritos.


A los minutos no quedaba rastro de Gonza, solo había frente a mí una mujer en cuya entrepierna aún colgaba un pene. Giacomo se regodeaba y reía, orgulloso de lo acababa de hacer. Se acercó a mí y me tomó por la cintura diciendo -¿cómo es posible que hayas preferido esta pequeñez?-. Entonces lo último de hombría que tenía Gonza desapareció, pues su pene y testículos empezaron a encogerse y adentrarse dentro de él, mientras sus gemidos ya femeninos inundaban la sala. Así ante mis ojos, fui testigo de como el respetable miembro de mi esposo se convirtió en una vagina, Gonza ya era una mujer completamente, al menos en ese momento, solo físicamente. 

Jacomo puso a la mujer que había creado en en el piso lentamente. Yo, aún sin poder moverme, miraba aterrada a mi marido quién ya hacía sin fuerzas tirado en el piso, desnudo, humillado y con el rostro cubierto lagrimas. Giacomo se acercó a él, se puso de cuclillas y acariciando su rostro le dijo -Eres un buen tipo, pero todo es culpa de esa mujer- expresó señalándome- ella nos engañó a ambos, se acostó conmigo múltiples veces a tu espaldas-. Gonza me miró, pude ver la decepción y tristeza en sus ojos, no solo había perdido su hombría sino que también se le había roto el corazón, no dijo ninguna palabra, pero sus ojos bañados en lagrimas expresaban a la perfección lo que sentía. 

Entonces aquel brujo o lo que sea que Jacomo era lo tomo delicadamente por el mentón haciendo que lo mire a los ojos. -Pero ya no tenemos que sufrir por ella,  mírate, eres sensual y hermosa, lo que ahora necesitas es un hombre que te enseñe tu nuevo papel como mujer- le dijo él, para luego con chasquido bajar su pantalón y sacar su gigantesca polla del bóxer. -Quiero que me la chupes, y si no lo haces convertiré a Mandeline en la perra que literalmente es y la tendré como mi mascota.- dijo con una voz mucho más seria y aterradora. 

Entonces, a pesar de lo que le hice, a pesar de que era una mujer por mi culpa, en una ultima muestra de amor, Gonza llevó ese pene hacía su boca sin pensarlo, para salvar así mi vida. Yo veía la escena, observaba el asco de la cara Gonza al tener aquel miembro en su boca, sumado a aquella inexperiencia que provocaba que se atore. Sin embargo, con el pasar de los minutos, aquella expresión de repulsión fue cambiando a una de placer, parecía que lo empezaba a disfrutar y lograba llevarlo cada vez más hasta el fondo de su garganta. Aquel maldito era consiente de ello y con su sonrisa burlesca me dijo -¿este es tu hombre, Mandeline? ¿el que me está chupando el pene como si no hubiese un mañana? 


Destrozada veía como mi esposo se desvanecía cada vez que se metía el pene de Jacomo a la boca. Por más que le gritaba que pare, que no era necesario que lo siga haciendo, él o ella me ignoraba por completo, toda su atención estaba en el aquel miembro. Sabía que Jacomo lo estaba manipulando de alguna forma pero qué podía hacer en ese momento para detenerlo.

 Estuvo así por un buen rato hasta que Jacomo lo puso de pie, lo tomo por la cintura y le dio un beso en la boca delante mío. Él o ella no puso resistencia, dejaba que las manos de su captor bajasen a su trasero mientras lo abrazaba del cuello y sonreía. Como si yo no estuviese ahí, Jacomo tomó a mi marido por el trasero y lo guio a nuestro sofá, sofá en el que siempre veíamos películas juntos o hacíamos el amor. Ahí lo puso en cuatro y empezó a besarle el trasero, para luego decirle -¿lista preciosa?- .A lo que mi esposo, ya como una persona totalmente distinta respondió con su voz femenina -Sí papi, métemelo de una vez-. Sin más empezó a penetrarlo, mientras Gonza gemía y movía sus caderas junto su trasero al mismo ritmo. Y mientras ambos fornicaban, Jacomo volvió a poner su mirada en mí y decir por última vez  -¿Este tu hombre, Mandeline? ¿Tu hombre gime por tener mi polla en su vagina? No, él es mi mujer ahora, mi zorra personal, para siempre. 


No sé cuanto tiempo estuvieron fornicando a mi delante. Solo se detuvieron cuando Jacomo eyaculo en la cara de mi Gonza y este se llevó todo el semen a la boca desesperadamente. Jacomo alzó la ropa de mi esposo, la cual yacía rota en suelo, y en un abrir y cerrar de ojos las transformó en prendas femeninas. Cómo si lo hubiese hecho toda su vida, Gonza cogió la tanga que Jacomo había hecho para él y se la colocó con total naturalidad, lo mismo con el pequeño vestido azul y los tacos de punta alta. No parecía molesto, ni asustado, por el contrario, se lo notaba bastante tranquilo y alegre, cómo si ignorase por completo que había sido transformado en una mujer. 


-¿Nos vamos mi amor? - dijo Jacomo tomándolo por la cintura. -Sí mi amor, y quizá en tu departamento podemos seguir divirtiéndonos- respondió Gonza mordiéndose el labio y soltando una risita de chica tonta. Jacomo tomó del trasero a mi esposo, como si fuera su premio, y juntos empezaron a caminar hacía la entrada, mientras yo, aún sin moverme, gritaba desesperadamente que se detengan, pero simplemente me ignoraron. Así vi como ese maldito ser se llevaba al amor de mi vida y ambos desaparecían de mi vista. 

CONTINUARA (?)...

Eo eo mis pequeños pervertidos, he aquí Valro, su evasora de impuestos favorita, trayéndoles la historia número #29 de este blog. La verdad, que después de tanta petición, ya tenía ganas de publicar una historia "nacida de mí misma". Pongo esto último entre comillas porque esta historia está inspirada en "Jill y el brujo" entrada del blog Gender bender en español y más (uno de mis blogs favoritos relacionados al tema). Desde que leí aquel pequeño relato, siempre quise ver una continuación que expandiera o contara un poco más de este suceso. Por ello a modo de tributo escribí esta historia. 


Estoy pensando en hacer una siguiente parte, pero como aún tengo muchos posibles desenlaces en mente, lo dejaré para después. Mientras tanto, podrían ayudarme diciéndome que creen que pase, ¿Mandeline logrará recuperar a su esposo? o ¿caerá también en las garras de Jacomo?. Agradecería mucho que comentasen pues es la verdad es una gran motivación para seguir escribiendo. Así que sin más, se despide Valro, su figura formato png favorita, hasta una próxima historia. 

(wtf Val en HD) 


Comentarios

  1. Algún día veremos "es lo que un hombre hace" parte 3?

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  2. otro gran capítulo! , He de decir que tus historias son siempre impecables ValRo. Me encantaría saber que Mandeline intente recuperar a su esposo yendo a buscarlo en su nueva casa

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  3. Gran historia muero por ver la parte 2 🥰

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  4. Eres genial en lo que haces, otra buena historia.

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  5. Llegó súper tarde, pero q buena historia 💕💕 super atrapante!! Ojalá una parte 2 :3

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  6. Me gustan mucho tus historias uwu.
    Sube mas plz (・∀・)

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  7. Holaaaa...
    Saludos espero que estes bien......
    Sin duda estoy muy emocionado esperando la siguiente parte 😃🤤😉😃.....
    Tus historias son maravillosas y emocionantes....
    Más Historias

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